Teoría del apego: estudios determinan que docentes podrían compensar vínculos de apego inseguro
A partir de una revisión bibliográfica, se concluyó que los docentes podrían establecer vínculos con sus alumnos que permitirían compensar los apegos inseguros conformados en la primera infancia.
Para entender esto, es necesario conocer la teoría del apego (J.Bowlbly 1.977), la cual plantea que, “según como la figura de apego responda a las demandas del niño en las etapas más tempranas del desarrollo, se va a establecer un Modelo Operativo Interno (MOI)”.
De esta manera, “las interacciones diarias con los cuidadores tempranos generan un patrón de relación que se va a replicar en las relaciones posteriores”.
Tipos de apego
A partir de lo anterior, se establecen cuatro patrones de apego (Inés Di Bártolo, 2017):
a) El seguro: se establece a partir de figuras de apego que se muestran accesibles y disponibles a las demandas del infante y, a su vez, interpretan y responden adecuadamente las conductas de apego del niño. Son niños con experiencias de cuidado fiable y empático. Algunas características de los niños con apego seguro son, autoestima alta, confianza en sí mismos, aceptación de sus pares, capacidad para regular sus emociones, empatía y capacidad para la intimidad, flexibilidad emocional y capacidad para experimentar, expresar y demostrar afectos variados.
b) El inseguro evitativo: se relaciona con conductas de rechazo, hostilidad y actitud distante de parte de la figura de apego. Estos cuidadores niegan las necesidades del niño tomando distancia o distorsionando los sentimientos. Estos niños tienden a rechazar o evitar el contacto con otra persona en momentos de ansiedad. Minimizan la expresión de su angustia y afectos e inhiben paulatinamente sus conductas de apego para asegurar el contacto con sus cuidadores con el menor rechazo y angustia posible. Paulatinamente, el niño aprende que, si se porta “bien” y es autosuficiente y poco demandante, obtendrá mayor atención por parte de su cuidador.
c) El inseguro ambivalente: se relaciona con cuidadores inconstantes y que desalientan la autonomía e independencia del niño. Sus cuidadores se muestran accesibles en algunas ocasiones y en otras no. Son niños que maximizan la expresión de angustia y se aferran a la figura de apego con una mezcla de enojo y búsqueda de proximidad. El vínculo con la figura de apego es conflictivo, en situaciones de estrés la buscan y al mismo tiempo, la rechazan.
d) El apego desorganizado, (que también es inseguro): está asociado a experiencias muy negativas o traumáticas con cuidadores que asustan al niño de manera imprevisible. Estos niños son incapaces de establecer una estrategia organizada frente al estrés. Los comportamientos de niños con apego desorganizado se caracterizan por signos de temor, contradicción y conflicto, y priman conductas disruptivas y violentas.
Influencia de la figura docente
A raíz de esto, la psicóloga María Beláustegui de la Universidad Austral, en Buenos Aires, analizó la incidencia de la figura del docente en el desarrollo psicosocial de los niños, desde la teoría del apego en su estudio: “El docente como figura de apego y su capacidad de compensar vínculos de apego inseguro”.
Beláustegui explica que, “en los casos en que precede una base de apego seguro, el infante esperará un clima de confianza y se creerá merecedor de un trato afectivo y próximo de parte del docente y de sus compañeros”.
Pero agrega que, “cuando hay una base de apego inseguro, los alumnos suelen manifestar conductas de indiferencia o ambivalencia”.
En esta misma línea, la investigadora plantea que, según los estudios vinculados con la teoría del apego en el aula, “es posible compensar una base insegura en el alumno a partir de estrategias positivas y respuestas sensitivas de parte del docente”.
De esta manera, el docente podría pasar a convertirse en una “figura compensatoria” para aquellos alumnos con una base de apego inseguro.
“En ese sentido, el docente entra en lo que se denomina figuras subsidiarias, es decir, una figura que va más allá de las relaciones primarias del infante y con quien el niño puede compensar la conducta de apego inseguro preexistente”, explica en el documento.
La profesional asegura que, según la literatura analizada, para construir vínculos afectivos sólidos docente-alumno, es clave saber aprovechar aquellas situaciones cotidianas que se dan en el aula.
“La activación de respuestas sensitivas de parte del docente propicia la cercanía y la constitución de éste como una figura confiable en los niños, sobre todo, en aquellos con base de apego inseguro (…) Las expresiones lúdicas o las dinámicas grupales, tienen el potencial de mejorar la calidad de las interacciones docente-alumno. Las tareas o asignaciones también representan una oportunidad para lograr vínculos seguros con el docente, que compensen los patrones de base disfuncionales (…) Las actitudes o conductas del docente en la resolución de conflictos dentro del aula o en la asignación de actividades o tareas, constituyen una oportunidad para construir vínculos afectivos sólidos docente-alumno”, explica Beláustegui.
Por último, la investigadora hace énfasis en el importante rol que cumplen los establecimientos educacionales en esta materia.
“Este trabajo plantea que la escuela puede establecer estrategias no solo para promover vínculos de apego subsidiarios o que compensen la base de apego inseguro, sino que fundamentalmente, también pueden contribuir al desarrollo psicoemocional sano en el infante al fomentar las relaciones y la participación no solo entre sus pares sino también con sus propios padres”, finaliza.
Revisa el estudio completo en este LINK.
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