Herramientas para evitar métodos violentos en la crianza
Todos quienes están al cuidado de un niño, niña y/o adolescente, estarán de acuerdo en que la crianza suele ser un gran desafío, que si bien, en varias ocasiones nos llena de alegría y satisfacción, muchas otras nos hace sentir agobiados y culpables.
Y es que, según un informe de la Unicef, el 62,5% de los cuidadores principales de niños, niñas y adolescentes, reconocen usar métodos de disciplina violentos en la crianza, sobre todo en momentos de estrés o intentando poner límites a los niños, niñas y adolescentes (NNA).
Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado el tremendo impacto negativo que tienen los gritos, golpes y/o castigos en el desarrollo cerebral y socioemocional de NNA.
Es por esto, que diversas organizaciones y profesionales de la salud mental están promoviendo hace algunos años lo que se conoce como “parentalidad o crianza positiva”.
Quien bien sabe de esto, es la psicóloga y terapeuta familiar, Francisca Puga, quien además es Directora Ejecutiva de Triple P Latinoamérica, un sistema de metodologías basadas en evidencia y diseñadas para apoyar la crianza.
¿Qué es y en qué se basa la parentalidad positiva?
La parentalidad o crianza positiva es un enfoque de crianza para enseñar a los niños y niñas a aprender a manejar sus emociones, su conducta y sus relaciones con otros de manera positiva y no violenta. Se basa en crear lazos afectivos sólidos, en una comunicación cercana y positiva, en estar atento y destacar lo positivo, en anticiparse y planificar para evitar problemas y en usar las experiencias cotidianas con los niños para promover su aprendizaje, además de generar instancias especiales para ello.
¿Por qué crees que es importante aplicar este enfoque en la crianza?
La crianza tiene un impacto importante en todas las dimensiones de desarrollo de niños y niñas, pero cómo se cría también tiene impacto en el adulto que está criando e incluso en la comunidad a la que pertenece esa familia, sin embargo, se ve como algo tremendamente individual ("yo decido cómo crío").
Pero la verdad es que debemos entender que en cómo una persona cría influyen infinitos elementos, tan diversos como el transporte, la vivienda, la salud, cómo el adulto fue criado, las relaciones de pareja o sociales, las explicaciones que se da el adulto sobre lo que necesitan los niños y sus expectativas, entre otros factores. Por lo tanto, no solo es una "voluntad individual" y tenemos muchísimo que hacer para generar condiciones donde todos quienes crían lo puedan hacer de manera positiva, cariñosa, responsiva a las necesidades de los niños y las propias.
En Triple P, la metodología de apoyo a la crianza en la que trabajo, estamos convencidos de que apoyar la crianza positiva es una vía hacia el bienestar de todas las personas (presente y futuro).
¿Cómo se puede aplicar la parentalidad positiva?
Primero, es importante dejar muy claro que para la crianza no hay recetas universales. Se pueden compartir algunas ideas de estrategias o consejos, pero el desafío siempre va a ser encontrar lo que a tí y a tu niño o niña le ayuda, en el contexto donde hoy te encuentras. Puede que a tu misma familia hoy le sirvan algunas ideas y en unos meses sean otras.
En este sentido, sí existen algunas ideas o estrategias que pueden ayudar a evitar gritos, amenazas, insultos, castigos o golpes y aplicar una crianza más positiva, que no son "recetas universales" que dicen "así es como se cría", sino ideas para ayudarte a resolver aquello que te preocupa en la crianza.
Lo primero es pensar qué es eso que te está preocupando o que te gustaría resolver: ¿están peleando mucho en la casa? ¿No sabes qué hacer cuando las emociones se ponen demasiado intensas (portazos, gritos, pataletas u otro)? ¿Que estás perdiendo mucho la paciencia? Etc. Una vez que identifiques por qué estás buscando ideas de crianza positiva, puedes buscar alternativas (leyendo, en talleres, charlas, libros, con un especialista u otro) e identificar un par de ideas que te hagan sentido para poder ponerlas a prueba.
Estrategia Triple P
La psicóloga sugiere una efectiva técnica que en Triple P llaman: "planificar anticipadamente para situaciones de alto riesgo”, que detalla a continuación:
1. Cómo vas a hacer que esa situación sea interesante/entretenida.
A veces, las situaciones por las que llevamos peleando un rato, tienen mucha "carga negativa" (ej: hacer tareas escolares y los dos nos ponemos tensos). Por lo que es importante pensar cómo se puede volver a transformar en algo positivo (ej: cambiar de lugar, de lápices, hacer un juego antes o durante, hacer juntos un horario entretenido).
2. Qué reglas pueden acordar (2 o 3).
Lo ideal es que estas reglas sean realistas y formuladas en positivo y que las acordemos en momentos de calma, antes de la situación que nos preocupa.
3. Cómo vas a promover que se sigan las reglas y se comporte adecuadamente.
En general los adultos prestamos más atención cuando los niños hacen algo que no corresponde o que nos molesta. A los niños les gusta nuestra atención. Por lo tanto, es importante hacerlo al revés: preocuparse de estar observando lo positivo y hacérselo saber, elogiando o felicitándole por ello, lo más descriptivamente posible ("gracias por venir cuando te llamé", "que bien como estás trabajando concentrada en tu guía"). También podemos establecer algunos acuerdos o compromisos (ej: jugar a algo que le guste después de terminar la tarea).
4. Qué vamos a hacer cuando las cosas no funcionen tan bien.
Los adultos solemos perder más la paciencia y recurrir a los gritos, amenazas, insultos o golpes cuando nos quedamos "sin alternativas" o no nos sentimos capaces de manejar las situaciones. Por eso, planificar antes cómo vamos a manejar los distintos problemas que pueden surgir, puede ayudar a mantener la calma. Partir por dar una instrucción clara y de manera calmada es importante y a veces es suficiente para interrumpir eso que está sucediendo.
Si lo anterior no funciona, en Triple P utilizamos el concepto de "consecuencia lógica" en vez de “castigo”. Las consecuencias lógicas son inmediatas, proporcionales a lo que acaba de suceder, predecibles para los niños y les dan la posibilidad de volver a practicar prontamente lo que sí se espera de ellos.
Por ejemplo: si luego de decirle a dos niños que se pongan de acuerdo sobre quién va a usar primero el tablet- porque están peleando por él- siguen en lo mismo, lo más lógico es retirar calmadamente el tablet por unos minutos para que logren ponerse de acuerdo. Sin embargo, si me lo llevo por todo el día, los privo de la posibilidad de aprender a ponerse de acuerdo, por lo que es importante devolvérselos unos minutos después y quizás ayudarlos a resolverlo.
Cuando estemos trabajando algo que nos preocupa, es importante luego revisar cómo nos fue, con el niño o niña, destacar lo que funcionó bien primero y luego ver qué podrían hacer mejor la próxima vez.
Para cada uno de estos puntos se pueden dar varias ideas.
¿Por qué no funcionan los castigos, gritos y/o golpes, tan usados por generaciones anteriores?
Está bastante difundido el impacto negativo que tienen, desde el desarrollo cerebral, pasando por el autoestima, hasta en las relaciones sociales con otras personas. Y lo cierto, es que no funcionan para lo que te gustaría que funcionaran.
Pensemos primero por qué uno grita, golpea, castiga, amenaza o critica. En general (por supuesto que hay excepciones) es porque quieres lograr algo que sí es positivo: que haga su tarea, que deje de pelear con el hermano, que se meta a la ducha, que se coma la comida. Solemos tener tener la "ilusión" de que "con un buen grito" sí lo hacen. Pero ¿qué es lo que de verdad está aprendiendo? A reaccionar por miedo.
En Triple P le llamamos "trampa de intensificación": aprenden a no reaccionar hasta que viene un golpe, amenaza o castigo ¿De verdad es eso lo que quieres que aprenda? Yo sospecho que lo que en general buscamos los padres o madres, es que aprendan a colaborar con peticiones razonables de otras personas (sin tener que recurrir a los castigos, gritos o golpes).
Los castigos no logran eso, porque son desproporcionados y no dan la oportunidad de practicar lo que sí se espera después. Además, suelen ir acompañados de frases negativas sobre los niños o insultos. Lo que les decimos a los niños sobre ellos mismos es lo que luego ellos se dicen a si mismos (ej: "soy malo"). Por otro lado, los gritos y los golpes no enseñan lo que sí se espera de ellos. Dudo que alguien quiera que su hijo o hija aprenda a colaborar con una petición razonable solo cuando alguien le grita o le pega.
Por lo tanto, no solo es ilógico pensar que porque somos mayores tenemos derecho a insultar, gritarle a o golpear a otra persona, sino también es importante considerar que esas estrategias de crianza son poco efectivas, si de verdad nos contactamos con qué es lo que esperamos lograr o que aprendan los niños.
Finalmente, Francisca enfatiza en la importancia de buscar aprender a relacionarse de forma positiva con otros o a manejar (conocer, expresar) las distintas emociones. Y en caso de no poder hacerlo solo, pedir ayuda.
En Chile existe FONOINFANCIA, línea telefónica y gratuita que te puede ayudar por teléfono o derivarte a alguien que te puede seguir acompañando.
Conoce más detalles sobre este tema en Triple P.
Comments are closed.