Estudio: gritar produce en los niños y adolescentes secuelas psicológicas similares al castigo físico

Son varios los estudios que han comprobado el impacto negativo de los castigo físicos (golpes, empujones, tirones de pelo, orejas, duchas frías, etc) usados por cuidadores en la crianza, en el desarrollo infantil y adolescente. Sin embargo, un estudio del 2014, publicado en The Journal of Child Development, advierte que la disciplina verbal severa, como gritos, insultos y/o humillaciones, también genera efectos muy negativos en la salud mental de niños, niñas y adolescentes.

Según indican en la investigación titulada: “Longitudinal Links between Fathers' and Mothers' Harsh Verbal Discipline and Adolescents' Conduct Problems and Depressive Symptoms” ("Vínculos longitudinales entre la disciplina verbal severa de padres y madres y los problemas de conducta y síntomas depresivos de los adolescentes"), la disciplina verbal severa genera altos niveles de ansiedad, estrés, depresión y un aumento de los problemas de conducta.

Según detallan, los datos del estudio provienen de una muestra de 976 familias biparentales y sus hijos. 51% hombres; 54% europeos americanos, 40% afroamericanos, 6% de otros orígenes étnicos. El 71% de los padres y el 69% de las madres tenían estudios secundarios, de los cuales el 50% de los padres y el 46% de las madres tenían estudios universitarios. La edad media de las madres era de 38,3 años y la de los padres de 40,6 años.

Resultados

Si bien, el objetivo del tipo de crianza que incluye castigos físicos y/o disciplina verbal severa, que se traspasa de generación en generación, busca que los niños, niñas y adolescentes conozcan los "estándares de comportamiento aceptable" y "las repercusiones de no adherirse a dichos estándares", el estudio comprobó que aplicar este tipo de técnicas genera justamente todo lo contrario.

"Utilizando una muestra grande de padres y adolescentes de diversidad socioeconómica y étnica, encontramos que la disciplina verbal severa de los padres no disminuyó ni eliminó la manifestación de los problemas de conducta de los adolescentes, sino que aumentó los problemas de conducta y los síntomas depresivos a lo largo del tiempo", advierten los investigadores en la publicación.

A su vez, derribaron la creencia social que indica que la disciplina severa no es perjudicial para los niños o, al menos, que los efectos perjudiciales de la disciplina severa pueden compensarse cuando se usa en el contexto de una relación cálida y amorosa entre padres e hijos.

"Los resultados de nuestro estudio ponen en duda el uso de la disciplina verbal severa como un enfoque disciplinario eficaz, incluso en el contexto de estilos de crianza positivos. En una relación cálida y amorosa entre padres e hijos, la disciplina verbal severa refuerza la mala conducta del niño y los síntomas depresivos, que a menudo son los mismos comportamientos que los padres pretenden mejorar. Si bien la calidez de los padres crea confianza y reciprocidad entre padres e hijos (Amato, 1990), la disciplina verbal severa puede comprometer esos vínculos y contribuir así a procesos coercitivos que refuerzan el uso de conductas problemáticas por parte del niño(a)", indican los investigadores.

En este contexto, los autores del estudio, enfatizan en que es importante que los programas de intervención se dirijan a los cuidadores y se enfoquen en informar que tanto la disciplina verbal severa y la física, son ineficaces para reducir los problemas de conducta y, de hecho, conduce a un aumento de los problemas de conducta y síntomas depresivos en los adolescentes.

"La investigación sobre el abuso infantil ha encontrado que el abuso verbal tiene un efecto negativo en la percepción que tienen los niños de sí mismos y del mundo que los rodea, y también los hace más enojados y pesimistas sobre el futuro (Ney et al., 1986)", indican.

Por último, indican que la disciplina verbal severa "merece mayor atención tanto en la investigación como en la práctica", porque la mayoría de las investigaciones realizadas sobre disciplina severa se han centrado en la disciplina física en la primera infancia, dejando de lado los efectos de la disciplina verbal severa, usada de forma habitualmente en familias con hijos adolescentes.

Revisa más detalles de este estudio en este LINK.