Inteligencia emocional en tiempos de reinvención: claves para entrenarla

Hace muchos años Daniel Goleman afirmó que la Inteligencia Emocional representaba el 80% del éxito en la vida, mientras que el cociente intelectual aportaba solo el 20% de los factores determinantes.

Hoy sabemos que el componente emocional, la autoestima, nuestro diálogo interior, el foco de nuestra atención, la confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades es absolutamente imprescindible para cambiar y rediseñarnos en tiempo real.

La Neurociencia explica desde la neuroplasticidad, que nuestro cerebro no es una estructura fija y que tiene una plasticidad y flexibilidad muy sorprendente. Nuevas experiencias, nuevas formas de pensar, sentir, decidir y actuar tienen un impacto directo en la manera en la que se reorganiza y reestructura el cerebro humano. 

Nuestro sistema emocional y el cognitivo están íntimamente conectados. Necesitamos estar dispuestos a llevar a cabo el entrenamiento necesario para impulsar los cambios que necesitamos hacer, es decir, ser flexibles con los propios pensamientos y sentimientos para poder responder de manera óptima a las situaciones diarias es clave para nuestro bienestar y reinvención personal y profesional.

Claves para entrenar nuestra Inteligencia Emocional

  • Impulsar nuestro autoliderazgo. Cuánto invertimos y cómo gestionamos nuestro autoconocimiento, nuestro autodesarrollo, nuestra automotivación, nuestra adaptabilidad y nuestra autoconfianza.
  • Aceptar los cambios y desafíos. Nuestras habilidades se fortalecen gracias a los retos y a que empujamos nuestros límites en pos de crear nuevas posibilidades.
  • Gestionar nuestro aprendizaje emocional. Entender y asumir todas las emociones que experimentamos y regular aquellas que nos obstaculizan nuestro bienestar. Saber frenar el pensamiento negativo cuando aparece.
  • Entrenar la flexibilidad mental. Para tener una mentalidad abierta, durante el proceso de aprendizaje es importante cuestionar lo que sabemos. Rediseñarse significa aprender, al fin y al cabo, el propósito del aprendizaje no consiste en reafirmar nuestras creencias, sino en evolucionar en lo que creemos.
  • Cultivar altas dosis de creatividad e imaginación. Hacer cosas diferentes, habilitarnos nuevas preguntas, saber improvisar sobre la marcha y generar nuevas acciones para poder proyectar futuro.
  • Saber tomar pausas. Sino paramos no podemos pensar y reenergizarnos. Necesitamos cuidarnos, no derrochar energía y más allá de que estos tiempos nos exigen agilidad de respuesta, tenemos que entender que la pausa y el silencio son amigos de las buenas reflexiones.
  • Comprometernos con nuestra realización personal y profesional. Explorar el sentido de propósito, cultivar nuevos hábitos, desplegar nuestro potencial humano, nuevos talentos  y la huella que queremos dejar.
  • Ser parte de una red. Los círculos de empatía y las compañías entusiastas nos permiten sentirnos seguros y capaces de explorar un mundo inhóspito. Las relaciones cálidas y comprensivas son fundamentales para el bienestar de cualquier persona. Nos acabamos pareciendo a quienes frecuentamos.
  • Valorar los pequeños pasos y logros diarios. Las pequeñas acciones permiten un progreso modesto pero continuado que acaba logrando una gran transformación. 

Tenemos que decidir cuál va a ser nuestra disposición a la hora de relacionarnos con este mundo marcado por la incertidumbre. Es necesario recuperar la ilusión, la determinación, la serenidad, la confianza y la perseverancia.

Por eso se dice, "lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando”, prestemos mucha atención dónde ponemos el foco de nuestra atención y la forma en que valoramos las cosas. ¡Somos lo que entrenamos todos los días!

Gaby Hostnik

Especialista en Inteligencia Emocional, Desarrollo de Talento y Coach Laboral

IG: @gabyhostnik 

Web: www.gabyhostnik.com.ar