Estudio evidencia el impacto del estrés maternal en el feto

Según un estudio chileno titulado “Estrés prenatal y sus efectos: Fundamentos para la intervención temprana en neuroprotección infantil”, cuando la madre experimenta situaciones estresantes, se pueden provocar distintas consecuencias en la etapa del embarazo y en la posterior infancia. 

El artículo afirma que el ambiente donde nace un niño, condiciona mucho su calidad de salud mental. Por ejemplo, la pobreza y la precariedad de salud mental son dos elementos que en muchas ocasiones van ligados. Esto, es causado por el constante estrés y preocupación de la calidad de vida, tanto en la madre embarazada, como en el niño en un futuro cercano. 

En el estudio también se relaciona fuertemente estos dos factores anteriormente mencionados, con el área neurológica de los niños. Los investigadores plantean que “la correlación existente entre la diferencia en logros de aprendizaje y el nivel socioeconómico podría estar influenciada por el desarrollo de las estructuras, función y conectividad cerebral. Las diferencias en el desarrollo del lóbulo frontal (vinculado a las funciones ejecutivas) y el lóbulo temporal (vinculado al lenguaje) podrían explicar hasta el 20 por ciento de los déficits de aprendizaje de los niños y niñas de menores ingresos”.

Por otro lado, las respuestas fisiológicas al estrés incluyen la activación de una variedad de hormonas y neurotransmisores en diferentes órganos del cuerpo. 

En el artículo se menciona que “hay dos sistemas hormonales que están involucrados e interrelacionados en el proceso: el sistema simpático-adrenérgico, que produce adrenalina en la parte central de la glándula suprarrenal, y el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal, que produce cortisol en la capa exterior o corteza de la glándula suprarrenal. Este eje es el principal responsable de la iniciación, regulación y término de la respuesta al estrés. Tanto la adrenalina como el cortisol se producen en circunstancias normales en respuesta a muchas formas de estrés agudo, y ayudan a preparar el cuerpo para responder de forma eficiente frente a alguna amenaza”.

“La adrenalina altera el flujo sanguíneo, moviliza las reservas de energía y prepara los sistemas fisiológicos de respuesta. El cortisol, por su parte, también moviliza las reservas de energía, pone en alerta el sistema nervioso central frente a la percepción de amenaza, mejora ciertos tipos de memoria y activa la respuesta inmune. Mientras que los aumentos transitorios de estas hormonas del estrés son protectores e incluso esenciales para la supervivencia, la exposición a niveles altos o prolongados puede ser perjudicial e incluso tóxica para el organismo”.

Estrés tóxico 

Se ha comprobado que tanto los niños como los fetos, pueden responder de tres formas distintas al estrés: positivo, tolerable y tóxico. Este último, se define como “la respuesta más peligrosa. y se produce como consecuencia de la activación intensa, frecuente o prolongada de los sistemas de respuesta al estrés. Eventos estresantes que son crónicos, incontrolables o experimentados en ausencia de la protección de un adulto cuidador pueden provocar este tipo de respuesta. Algunos estresores asociados al estrés tóxico en un niño o niña son el abuso infantil, la negligencia, el abuso de sustancias por parte de los padres y la depresión materna”.

La fase prenatal es vital para el feto, ya que este adquiere una adaptación fisiológica a las características del ambiente intrauterino en el que se está desarrollando. Este periodo se nombra como “programación fetal”.

Este fenómeno de estrés extremo en la etapa de embarazo y durante los primeros años de vida del infante, “sucede a través de la desregulación de los niveles de cortisol puede afectar las regiones del cerebro implicadas en el miedo, la ansiedad y la respuesta impulsiva, lo que puede generar una sobreproducción de conexiones neuronales; mientras que las regiones dedicadas al razonamiento, la planificación y el control del comportamiento pueden producir un menor número de conexiones neuronales”. 

Los efectos de este estrés en el feto, se traducen a complicaciones físicas como un menor peso al nacer y parto prematuro. Mientras que la madre, podría desarrollar hipertensión gestacional. El desarrollo cognitivo del niño también se puede ver afectado, ya que el lenguaje, la canalización de ideas y emociones, pueden ser situaciones complicadas debido al nivel de tensión que se genera en el cerebro.

Revisa el estudio completo en este LINK.