Vivimos una era evolutiva disruptiva, que tal como Piaget describió el desarrollo- a través de los procesos de asimilación y acomodación de los aprendizajes- no ocurre de forma lineal sino que es un proceso que es discontinuo y permanente, a fin de cuentas disruptivo. De esta forma, estamos transitando del paradigma de la escasez de recursos al de la abundancia de los datos, como lo revela Peter Diamandis.

Asimismo, estamos viviendo la revolución industrial de las tecnologías disruptivas propias de la sociedad del conocimiento. Esta revolución se ha visto acelerada por la transformación cultural forzada que ha generado el manejo de la pandemia, con cuarentenas y restricciones en la movilidad, maximizando el uso de los dispositivos de conexión y plataformas de colaboración que están modificando nuestra forma de relacionarnos, trabajar y hacer las cosas, es decir nuestra cultura, se está hibridando entre nuestra identidad física y la digital. Estos son los desafíos que estamos transitando: digitalizar, disrumpir, demonetizar, democratizar.

Esto impacta directamente en el desarrollo de la identidad, propósito de vida y salud mental y emocional de las nuevas generaciones, quienes ven de forma más marcada que las generaciones anteriores, que son protagonistas de una transformación radical y para la cual no hay respuestas por lo cual los sistemas requieren generar mecanismos de confianza y creatividad colaborativa que permita navegar esta transición de época.

Este giro en la mirada y abordaje de la identidad y propósito de vida de las nuevas generaciones, tiene un impacto en la transformación cultural y digital en las organizaciones. Y es que el impacto a nivel de desarrollo organizacional es trascendente, ya que las organizaciones que navegan esta disrupción son las que cuentan con una brújula interna como el propósito que las hace conscientes de quiénes son y hacia dónde van, más allá de su quehacer y que cuentan con tecnologías que les permiten no solo adaptarse al entorno, sino que crearlo.

Esto atraviesa todo tipo de organizaciones, ya sean productivas, educativas, sanitarias, etc. El contar con un propósito común, alineado a nuestra esencia y que facilite el desarrollo del talento potencial se ha transformado en la receta clave para emerger en la disrupción pandémica y sus efectos sobre nuestros estilos de vida. Y esta alineación no es un algoritmo que viene dado, sino que es un proceso de descubrimiento relacional, primero con nosotros mismos, luego con nuestras relaciones personales y profesionales y luego con el entorno y medioambiente.

Por otro lado, el contar con el acceso que generan los dispositivos conectados a la red de wifi y técnicos con las habilidades de analizarlos y darles forma para tomar decisiones y que permitan crear soluciones, estimula nuestro ser más creativo y nos emplaza a humanizarnos cada vez más. Y esto porque, ya que hemos logrado soñar lo imposible como humanidad y hacerlo realidad, estamos logrando que las máquinas realicen las tareas repetitivas y nos liberen el tiempo que requerimos para dedicarnos a lo que realmente nos moviliza.

Desde ahí, el coaching esencial (Cris Bolivar), que facilita armonizar la esencia de tu sabiduría, genera grandes aportes al desarrollo organizacional apalancado en el talento potencial que se alinea a un propósito común que orienta los esfuerzos y cuyas sinergias logran lo inesperado. Desde esta mirada, la organización no es un sustantivo sino un verbo, donde hay personas organizándose (Itamar Rogovsky, 2008).

Esto es de vital importancia no solo para el sistema escolar que forma a los ciudadanos del futuro, sino que, a todo el entorno de redes de aprendizaje, considerando la responsabilidad de las organizaciones a todo nivel: gubernamentales por su impacto en política pública, privadas, industriales por su impacto en el bienestar de las familias y de ir adaptándose a las transformaciones que vivimos. La esencia de esta transformación es dotar a las personas de una brújula y herramientas para calibrarla y navegar con propósito, pasión e intención desde el corazón estas transiciones, con la habilidad de organizarse a nivel personal y colectivo y contribuir desde su esencia creativa.  

Para finalizar, el tema crucial de esta disrupción tiene que ver con abrirse a las perspectivas de inclusión, saliendo de las ideas polares y abordando la distribución de poder que implica dar voz a la diversidad, lo que nos hace una invitación a ampliar formas y fondos de convivencia, de forma orgánica, así como lo hace el bosque que se regenera en su riqueza. A final de cuentas es dar espacio a todas la voces que traen las personas desde su mas tierna infancia y cuidar el ejercicio de sus derechos y de vivir una vida emocional en plenitud que les facilite navegar un sistema de máquinas complejo que nos interpela a humanizarnos y conectarnos en la diversidad como gran disrupción.

Camila Valenzuela Persico
Psicóloga Organizacional/ Coach esencial/ EcoachPro/ Organize & Design Lifelong Learning to evolve with purpose

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