El impacto de la música sobre el cerebro humano

La música y los sonidos son una vía comunicacional fundamental para el ser humano desde los primeros meses de vida. Así lo plantean los autores del estudio llamado "Efectos de la música sobre las funciones cognitivas, del Instituto Peruano de Neurociencias", que además investigaron sobre los efectos de la sonoridad desde aspectos en el lenguaje, sistema emotivo-afectivo y el área cognitiva.

Desde los meses iniciales de vida hasta los 6 años, los niños descubren e identifican sonidos o voces cercanas, explorando e imitando sonoridades escuchadas anteriormente. Mientras que en los adultos, provoca distintos efectos que alteran las emociones y el estado de ánimo, motivando respuestas como el cantar, llorar, aplaudir o tocar un instrumento.

Está comprobado científicamente que existe un poder musical sobre el ser humano, y que su uso terapéutico es beneficioso para la rehabilitación o tratamiento médico, como por ejemplo en el cuidado de personas con hipertensión arterial o en el cuidado de bebés al momento de dormir.

Desde otra perspectiva, el procesamiento emocional de la música se explica por el recorrido que realiza al entrar en contacto con nuestro sistema nervioso. Por otro lado y de una forma específica, el área que se encarga de almacenar la información sonora y todo lo que se le relacione en cuanto a la memoria y el reconocimiento de sonidos, es el léxico musical. 

Respecto a los efectos de la música sobre estudiantes con problemas mentales, se comprobó a través de un experimento que escuchar música clásica antes de dormir, mejora el sueño de las personas que padecen depresión o ansiedad. Además, los sonidos y melodías funcionan como un recuerdo temporal para personas con Alzheimer. 

No obstante, no existen evidencias sólidas sobre la mejora del área intelectual con el efecto musical. Tras un experimento de realización y evaluación de presentaciones con estudiantes que se sometieron a escuchar música del género clásico, se comenzó a cuestionar el llamado efecto Mozart, ya que el mejoramiento de los puntajes no se mantenía de forma continua. 

Finalmente, los científicos concluyeron que la música provoca un estado de alerta y una mejor actitud afectiva en el individuo. Es por esto que las personas perciben una canción alegre más motivadora, que una tonada melancólica. A pesar de que existan constantes cuestionamientos en torno al papel de la música como mecanismo potencial para elevar habilidades cognitivas, sociales y afectivas, el entrenamiento musical ha significado un cambio en la zona cerebral desde el primer mes de vida. 

La música en la primera infancia

La conexión del ser humano con la música puede comenzar a fortalecerse desde la semana 20 de gestación. La percusionista y pedagoga musical de la primera infancia, y colaboradora de la Orquesta Sinfónica de Madrid,  Silvia León, explica que “a partir de ese momento, van acostumbrándose a los sonidos que escuchan: desde el corazón de la madre, su voz, los fluidos corporales y, por supuesto, los sonidos del exterior, como la voz del padre o cualquier sonido acústico que pueda traspasar la membrana y llegar a su oído”.

Comenzar a desarrollar el interés musical de un bebé no garantizará su deseo de aprender a tocar algún instrumento, pero sí ayudará a motivarlos durante esta etapa que es clave en relación al crecimiento neuronal del infante. La pedagoga comenta que “en una sesión de música se trabaja la pulsación interna, la escucha atenta, la discriminación auditiva, la voz como un instrumento propio del cuerpo y la emoción. Pero no solo está el hecho de tocar, también se aprende a tolerar la frustración, a esperar el turno o a realizar actividades conjuntas”.

Es importante que durante la primera infancia se exploren los lenguajes musicales y sus variedades, para que los niños puedan adquirir la mayor cantidad de experiencia sonora y seguir descubriendo sus distintos efectos a largo plazo. 

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