Nutrición emocional: la importancia de aprovechar la hora de la cena para conectar con los niños, niñas y adolescentes

Las primeras veces que visité Noruega, me llamó mucho la atención que uno de los acontecimientos más importantes del día fuera la cena. A diferencia de lo que ocurre con el almuerzo, que pasa casi desapercibido en ese país, ya que los niños comen algo rápido en los colegios (“matpakke”), al igual que los adultos en sus trabajos.

En Noruega, la comida de la noche es un espacio muy especial; los noruegos terminan sus actividades a las cuatro de la tarde para estar en sus casas y comer juntos a las cinco. Se cocina, se pone la mesa y se comparte. Es un momento íntimo, en el que se disfruta de alguna preparación más completa, hecha con más tiempo y dedicación.

Lamentablemente en Chile, la realidad es distinta. La mayoría de los trabajos terminan cerca de las seis de la tarde, a lo que se suma el tiempo de traslado hacia los hogares, que según detallan en un estudio realizado por Cepchile, "en Santiago los tiempos de traslado promedio rondan los 50 minutos, en las demás áreas metropolitanas y ciudades intermedias, los trayectos toman poco más de 30 minutos".

Lo anterior evidencia cómo nuestro sistema y estilo de vida, hacen que algo tan necesario como cenar juntos en la noche, se convierta en toda una proeza para la mayoría de las familias chilenas.

Sin embargo, no todo está perdido. Siempre es posible encontrar un espacio de reunión con nuestros niños, niñas y adolescentes, aunque sean algunos minutos durante el desayuno, la comida, antes de dormir, o al llevarlos al colegio, intentando que prime la calidad por sobre la cantidad, en donde haya afecto, comunicación y conexión.

Pero ¿por qué es tan importante intentar cenar en familia? Un artículo publicado en la revista Hacer Familia, destaca una serie de estudios que evidencian los beneficios de cenar en familia cada noche, que van desde un mejor rendimiento académico, hasta una disminución de probabilidades de sufrir depresión o tener comportamientos de riesgos, como adicciones y trastornos alimenticios.

Aunque es importante enfatizar en lo que dice Anne Fishel, profesora de psicología de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), en el mismo artículo. Y es que obviamente, para que las cenas en familia sean beneficiosas más allá del plano nutricional, es clave que los padres y/o madres tengan una actitud positiva. "Los padres deben de ser cariñosos y comprometidos, en lugar de controlar de forma restrictiva la alimentación, para fomentar una vida saludable en sus hijos", asegura.

Los invito a inaugurar una "burbujita" e instalarla en algún momento del ajetreado día. Un espacio de oxígeno amoroso para los miembros de la familia y que, más que ser un momento de comida para el cuerpo, sea una instancia de alimento para el corazón.

Karin Flores Riquelme

Publicista, Licenciada en Ciencias de la Comunicación – Asesora en Alimentación y Vida Saludable.

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