Educadora de párvulos finalista del Global Teacher Prize: “hay que preparar a los niños para que sean dueños de sí mismos”

La parvularia Paulina Villarroel, comenzó a aspirar por una educación inclusiva y social hace 30 años, cuando se dio cuenta que los niños de poblaciones no reciben la misma educación que los niños de clases más acomodadas. En el año 1992, fundó el jardín Montessori “Tricahue” dentro de la comuna de Cerro Navia y hasta el día de hoy se centra en una formación de base personalizada y enfocada en el bienestar emocional de los niños. 

Paulina también fue una de las cinco finalistas del Global Teacher Prize Chile en el año 2018 y es cofundadora de la Red de Centros de Educación Comunitaria. Esta organización, busca que niños y adultos puedan entender y moverse dentro de los círculos más vulnerables en los que se encuentran involucrados. 

La docente cuenta, en entrevista con revista Paula de La Tercera, que “me titulé, empecé a estudiar la especialización Montessori y con una amiga partimos el sueño de levantar un jardín infantil enfocado en una educación plena, donde lo emocional fuese protagonista. Sentíamos que no iba a ser posible si no lo hacíamos con las personas del entorno, y descubrimos que si se involucraban se producía un cambio en la vida de un niño, que sin haber cumplido los seis años ya está profundamente dañado por la pobreza y la falta de un espacio familiar”.

La estrategia de Villarroel, se relaciona al manejo de la educación emocional. Dentro del contexto pandémico, un sondeo de Elige Educar realizado a más de siete mil docentes, educadores de párvulos y directivos chilenos, revela que el 97% considera que es importante asegurar el bienestar de los alumnos por sobre las exigencias y que el 73% cree que se convertirá en un pilar emocional para los estudiantes cuando vuelvan a las clases presenciales.  

Por esta razón, es importante generar herramientas que ayuden a afrontar la realidad emocional en los niños y no solamente durante la pandemia, sino que toda su vida. “No solo consta de adversidades marginales o crisis sociales, sino también de oportunidades para preparar a los niños a ser dueños de sí mismos y no caer presos de sus emociones en cualquier contexto, comenta Paulina.

Cuidadores y educadores emocionales

La parvularia hace énfasis en el proceso de levantamiento del jardín en conjunto con las familias, ya que lo que estaban intentando entregar a los niños en la escuela, también debía ser entregado por sus familias en sus hogares. “Al principio, tener el sueño de crear un espacio educativo libre, que pretendía acoger a 20 niñas y niños en una población de Cerro Navia, parecía loco. Literalmente tuvimos que partir levantando los muros de una mediagua donde recibiríamos a los pobladores, así que decidimos invitarlos a participar de la construcción del jardín. La idea era que ellos pudiesen ver y sentir cómo se construía un hogar, un lugar seguro explicó Paulina. 

Actualmente, los educadores que trabajan en el jardín, son en su mayoría madres de la comuna que se instruyeron y especializaron bajo el método Montessori. De esta forma se cumple uno de los grandes objetivos del proyecto educativo, integrar a todos los participantes de la comuna dentro de una esfera educativa emocional, y en paralelo, ayudar a los niños a enfrentarse a estas disyuntivas.

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